Llegamos a Stuttgart hartos de cerveza y cerdo y muy cansados físicamente. «Afortunadamente», en Stuttgart no había mucho que ver, así que nos tomamos con calma los 3 últimos días del Tour por Alemania. Además, pudimos cocinar y estar tranquilos en la residencia de Sergi; después de 6 días de hotel y restaurante todo el día, nos apetecía estar un poco «en casa».
Al llegar, dimos una vueltecita por el centro y descubrimos que Stuttgart no es una ciudad turística. No encontramos ni una sola tienda de souvenirs en el centro, aparte de la Oficina de Turismo. Estando ya en el 7º día de viaje, la necesidad imperiosa de comprar «souvenirs cutres con glamour» nos recorría las venas, pero nos quedamos con las ganas. En la Tourist Info no eran especialmente glamourosos. Seguimos la vuelta al cetro con el mapa en las manos y terminamos el tour donde lo habíamos empezado: en los jardines del Rey. Hacía sol (incluso calor), nos tomamos un Frapuccino del Starbucks Sttutgarense y nos tumbamos en el césped esperando a que pasaran las horas.
Stuttgart me recordó a Hamburgo: muchas tiendas, calles peatonales en plan Portal del Àngel de Barcelona, grandes parques verdes, río por el medio, edificios urbanos y mucha industria. La única diferencia entre ambas: en el sur hace sol.
Al día siguiente, visitamos el Museo de la Mercedes-Benz. Pese a no ser especialmente fans de los coches, el museo nos encantó. Aparte de ser un edificio chulísimo por dentro y tener un recorrido muy ameno (no es el típico museo que tienes que ir leyendo paso a paso, sino que es todo más interactivo), descubrimos la historia de la marca (Daimler y Benz construyeron el primer automóvil) junto a la del país. Muy recomendable, sí, sí. Para los que prefieren los coches de lujo, también en Stuttgart está el museo de la Porsche, pero es más sobre coches y modelos de la marca, y menos historia.
–
Por la tarde, tomamos algo en un biergarten monísimo al que no llegan los guiris: se llama Lichtblick. Por fuera paece un bar cualquiera, pero detrás hay un jardincito precioso con mesas y sillas y algún sofá. Se puede comer, también, pero nosotros preferimos ir a un «resto» típico. Había que dar una oportunidad a la cocina Schwabische. Para ello, nos dejamos aconsejar por Christine y sus amigos, que habían venido expresamente ese finde a vernos y mostrarnos la ciudad. Tras andar un buen rato por las calles de Stuttgart buscando un sitio típico, llegamos al Weinstube Schellenturm, situado estratégicamente en una calle que parece terminar antes de llegar al restaurante. Comimos ensalada y los típicos Maultaschen (una especie de «canelones» sin bechamel). Arnau se atrevió con el Käse-Spätzle (pasta con queso), pero no pudo terminarlo. Todo muy rico. Y más variado que en Baviera.
El tercer y último día de viaje, Christine & co nos llevaron en coche a las afueras de Stuttgart, a conocer un poco más de esa bonita región. Primero paramos en el castillo de Burg Hohenzollern, situado justo en la cima de un monte al que se llega subiendo muchas, muchísimas, escaleras. Pero la vista desde arriba, y el propio castillo, valen la pena.
Nuestra siguiente parada fue Tübingen, un pueblecito medieval con mucho encanto. El típico pueblo alemán con las casas de colores, las calles de adoquines, bicis por todos lados, gente en las terrazas tomando algo y todo cerrado a las 6 de la tarde. Recorrimos Tübingen de una manera diferente y muy original: a través del juego Geocaching, una gymcana de pistas públicas (que un geek habrá preparado y colgado en la web para que te las descargues e imprimas) por todo el pueblo, que te permite ver (con GPS) los rinconcitos más turísticos y los más curiosos (descubrimos, por ejemplo, las casas de Alzheimer y Goëthe -además de reconocer la ventana desde la cual vomitó este último…).
Y con la vuelta a Stuttgart y el regreso en avión a la mañana siguiente, terminaba nuestro viajecillo por el sur de Alemania. Nos quedaron cosas por ver (entre ellas, al despistado de Sergi…), pero nos llevamos una buena impresión de todo lo que habíamos visto.–
Aufwiedersehen, Deutschland, aufwiedersehen.