A aproximadamente una hora de Ainsa y en pleno Pirineo de Huesca, se encuentra el idílico Valle de Bujaruelo. Montañas escarpadas, impresionantes cascadas, ríos de una agua azul esmeralda, prados verdísimos, ¡y hasta un puente de piedra! Con este tremendo paisaje, incluso las viajeras más urbanas nos rendimos a los encantos de la naturaleza. Eso mismo pensaron nuestros amigos montañeros, Pedro y Laura, que seducidos por el fenómeno de las bodas informales en la montaña (iniciado tras el anuncio de Veri), decidieron darse el sí quiero en este espectacular entorno. Los amigos, como invitados, quedamos absolutamente cautivados por el lugar y la magia del Pirineo Aragonés.
Relax y buena comida en un entorno idílico
Es un lugar precioso e ideal para una escapada romántica en la montaña. Ni siquiera llega la cobertura, por lo que la tranquilidad y la intimidad están garantizadas. Nunca vienen mal un par de días de desconexión y de reencuentro con la montaña. Hay un refugio estupendo que prácticamente, por sus excelentes instalaciones y servicios, podríamos llamar albergue de montaña. En verano se convierte en camping –ay, qué ganas de escaparnos otra vez en pleno verano y mojar los pies en el riachuelo, mientras dejamos que pase la tarde. El refugio ofrece alojamiento a precios realmente muy asequibles, y la comida es más que excelente. Desde simples bacon-queso recién hechos, hasta un caldo casero; aunque lo que nos triunfó más fue el «hamburgueruelo», una tremenda hamburguesa con patatas, receta especial de la casa. Hay habitaciones para grupos grandes, reducidos y parejas. Y, como en otros refugios, los populares zapatos crocks son obligatorios, y perfectos para descansar los pies tras un duro día al aire libre.
Si el tiempo acompaña, una excursión por los alrededores es prácticamente obligada. Hay paseos sencillos y llanos que rodean las inmediaciones del refugio y que se pueden hacer fácilmente en un o dos horas. Para los que buscan emociones más fuertes, el Valle de Ordesa y el Monte Perdido están bien cerquita y permiten seguir explorando el Alto Pirineo Aragonés. ¡El paisaje montañoso es simplemente espectacular! En el refugio os darán mapas y os informarán de las excursiones que podéis realizar dependiendo de vuestro nivel.
Se puede llegar hasta el refugio en coche, lo que facilita mucho que todo tipo de excursionistas puedan realizar esta escapada -no hay excusas! Puede ser el campamento base ideal para un fin de semana natural y con encanto. Para llegar al refugio, desde Ainsa hay que calcular entre 45 min y una hora, con una carretera un tanto pesada: media hora larga de curvas y luego carretera irregular, sin asfaltar, que sube hasta el refugio. No es una carretera difícil pero si da la sensación de estar «muy lejos de todo». Así que, paciencia, que el encanto del lugar se lo merece.
Castillos, trovadores y cuentos de hadas en Ainsa
Si los trekkings de alta montaña no son lo vuestro, una escapada al Pirineo Aragonés es igualmente aconsejable. Otra muy buena opción es reservar noche en la misma Ainsa, donde vi varios hoteles rurales y con mucho encanto. Desde allí, os podéis acercar a Bujaruelo y al Valle de Ordesa – Monte Perdido, y luego visitar el pueblo medieval de Ainsa, donde podéis realizar una visita guiada teatralizada. En una entretenida hora y media, las Encantarias os meterán de lleno en la historia de Ainsa, con sus fábulas de hadas, historias medievales, canciones de trovadores y batallas históricas. Una manera genial de que pequeños y mayores se interesen por la historia del lugar.
Y si tras la visita, os entra el hambre, en Ainsa comeréis muy bien y a buen precio (acostumbrados a los precios de las tapas en Barcelona…). Nos recomendaron el restaurante L’Alfil (Travesera de la Iglesia, s/n) y desde aquí os lo vuelvo a recomendar. A pesar de que el servicio puede mejorar bastante (o quizás tenían un mal día), la comida estaba deliciosa y el lugar en sí merece la pena: un bar bodega muy cuco, pequeño y típico. Nos pedimos varias tapas a compartir, entre las que no faltaron las más típicas, con salchichas, choricillos, pimientos, huevo… Nos salió por menos de diez euros pp.
¡Qué vivan el colesterol …y las escapadas naturales con encanto!
ja ja ja «qué viva el colesterol!»