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Panama Jack, botas todoterreno para viajeros todoterreno

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La semana pasada llegaron a mis manos (o mejor dicho, a mis pies) un par de botas Panama Jack. De las de siempre. De las que se hacen a mano con mucho cariño desde hace un montón de años; 24, para ser exactos. Además de hacerme una ilusión tremenda, me transporté unos instantes al pasado, cuando de pequeña también había tenido unas parecidas. Era esa época en que mamá me compraba zapatos «todoterreno» porque su hija (a la que le gusta el fútbol y no le gusta ir de compras) se metía siempre por todos lados buscando aventuras y acababa destrozando suelas de zapato y pantalones vaqueros.

Las Panama Jack llegaron justo a tiempo, antes de marcharnos a L’Escala. Aprovechando que la previsión del tiempo no acompañaba mucho para nuestra escapada a la Costa Brava las metí en la maleta por si acaso. Hice bien: el sábado llovió, hizo tramontana e hizo un frío poco decente para principios de abril. Tanto, que tuve que improvisar un gorro con un pañuelo de cuello. Sin embargo, mis pies estuvieron la mar de felices calzando las Panama Jack. Por eso, bien tapados y calzados, seguimos nuestro planning de pasear por la orilla de la playa de Empúries y disfrutar de un fin de semana de relax.

Siempre se ha dicho que las Panama Jack son las botas ideales para viajes y aventuras porque son fuertes, impermeables y sobre todo muy cómodas. Lo confirmo. El sábado quise comprobar qué tal van por todos los terrenos posibles en la Costa Brava: arena de la playa, hierba del campo, rocas, asfalto…  Me faltó nieve, pero eso ya hubiera sido un tiempo demasiado loco.

El agua de la lluvia no traspasó para nada la bota. Las puntas quedaron de un color más subido de tono, pero eso se arregla fácil con un poco de grasa (que va incluída en el kit de las botas).

 

 

Las Panama Jack se pueden pedir online y llegan con mensajero en pocos días. Lo que hice yo, fue ir a una tienda en Barcelona antes y probármelas para confirmar que el número me iba bien. Atención, consejo de la chica de la tienda Panama Jack: si estáis entre dos números, elegid mejor el más grande para una mayor  comodidad del pie. De esta forma, si tras andar varias horas el pie se os hincha, seguiréis estando bien cómodos dentro de la bota. Además, como suelen ser botas más para tiempo invernal u otoñal, mejor dejar espacio para un calcetín gordo.

Por cierto, algo que me sorprendió muy gratamente en la tienda Panama Jack fue ver la cantidad de zapatos, botas e incluso «manoletinas» que tiene la marca. Se han reinventado con modelos realmente preciosos.

Por ahora, yo me quedo con mis nuevas botas clásicas Panama. Sin duda, me van a ir de fábula para nuestra vuelta al mundo particular, sobre todo para las excursiones por Nueva Zelanda y Australia.

Los pies son como la cabeza o las manos: cuando llueve y hace frío, si los llevas bien tapados y calentitos, no sufres tanto la temperatura. Si no vas bien calzado o no llevas guantes, todo el cuerpo se resiente. Y, personalmente, yo llevo muy mal el tema pasar frío. ¿Y vosotros?

 

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