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El Upper East Side es el barrio de los museos (el Met y el Guggenheim están aquí), de las calles residenciales y del centro comercial de Bloomingdale’s (el Corte Inglés de aquí). Es el barrio de las grandes avenidas comerciales: Lexington, Park, Madison y la Quinta. Un barrio con mucha calidad de vida y con el lujo de estar entre Central Park y el East River. Repleto de  edificios «no tan altos» y eminentemente residenciales. Gente local, comercios, restaurantes, bares, galerías de arte, anticuarios y aceras enormes sin el agobio de gente, y con muy pocos turistas. Y también, de vez en cuando, alguna housewife paseando a su perrito. Aunque la mayoría de gente que vemos son trabajadores que van rápido de casa al metro y del metro a casa. Para los barceloneses, el Upper East es como un «Eixample», pero a lo grande y a lo burgués total.

Nuestro edificio está realmente bien situado: Calle 63 con la 2ª avenida. Vivimos en un 17º piso (el ático), con vistas fabulosas al Midtown Manhattan y  tenemos portero 24 horas -en realidad son cuatro porteros que se turnan y, por cierto, prácticamente todos son latinos. Nos abren la puerta cada vez que pasamos y nos saludan con un «Buenos días». Van vestidos con sus trajes de mil botones y sombrerito. Sí, más o menos, como éstos.

Estas dos semanas han pasado volando. Aquí los días pasan muy rápido. Evitamos coger el metro porque en esta zona de Manhattan está siempre llenísimo de gente. Preferimos ir en bus (hay muchos) o incluso andando – el MoMA por ejemplo está a 20 min andando, y Central Park a 5 avenidas. Nuestro apartamento es pequeñito y nos apetece menos cocinar; por eso, nos hemos aficionado a pedir comida y que nos la suban a casa (muy útil la web de Seamless.com). Cada viernes tenemos una Time Out en el buzón y en la tele todavía no hemos dado la vuelta en los canales haciendo zaping. Nos hemos habituado rápido a la buena vida.

Hacemos la colada en el basement del edificio, como los demás. El  basement, ese gran invento americano para poner utilidad a los aburridos «sótanos». Allí hay todo el tema del reciclaje, las lavadoras y las secadoras (unas 15 máquinas). ¡La de viajes que hemos hecho 17 pisos arriba y 17 abajo, para ir a poner la lavadora y luego la secadora!

Pero lo mejor de todo es la azotea del edificio. Una gran terraza comunitaria, con tumbonas y plantas. «Un jardín en casa» desaprovechado la mayor parte del año porque hace demasiado frío o demasiado calor. ¡Una lástima! A ver si algún día las comunidades de vecinos del Eixample también se ponen de acuerdo para hacer cosas como ésta:

Pero no todo son ventajas, aquí en Manhattan. Por la noche, por alguna extraña razón, hay conciertos de cláxons. Parece que nuestra avenida es muy popular entre los camioneros y conductores nocturnos y ya han sido dos noches las que nos han despertado a bocinazos a la una y media de la mañana con una espléndida sinfonía de aproximadamente media hora. Ellos tienen prisa por pasar el semáforo en verde y llegar a casa, y yo, señores conductores, tengo prisa por volverme a dormir.

Nos acostumbraríamos rápido a vivir aquí. Compraríamos tapones para los oídos y nos acostumbraríamos muy a gusto. Aunque seguimos viendo que la gente va siempre con prisas y hay demasiados atascos. Y por eso, a menudo, echamos de menos Park Slope en Brooklyn.

Nuestras recomendaciones en el Upper East Side:

• John’s Pizzeria. Calle 64 con la 1st Avenue. La pizzería favorita de nuestros partners de intercambio. Allí nos llevaron a comer cuando les conocimos. Tienen terraza fuera si el día acompaña.
• Magnolia Bakery, en Bloomingdale’s. 3rd Avenue, entre las calle 59 y 60.  Cupcakes para llevar.
• Teleférico a Roosevelt island – 2nd Avenue entre las calles 59 y 60. Válido con la MetroCard habitual.
• Hamburguesería J G Melon. 3rd Avenue con calle 74.  Allí nos llevó Is de la 5th con Bleecker y yo aseguro que es de las mejores hamburguesas que he comido nunca (la carne de la hamburguesa como tal). El local tiene su encanto también. Cash only! (no aceptan tarjetas).

 

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