En Rotorua vive una buena parte del 14% de maoríes que tiene actualmente Nueva Zelanda. Llegaron a Nueva Zelanda hace más de mil años y cuando los europeos colonizaron las islas las dos culturas convivieron hasta el punto que, hoy día, la mayoría de los símbolos de Nueva Zelanda, muchos de los nombres de lugares (Rotorua, sin ir más lejos) y las tradiciones son eminentemente maoríes. Para poner un ejemplo, el equipo de rugby nacional baila la Haka (baile maorí) antes de cada partido.
En todo el país se puede escuchar y leer el Kia Ora! (Que significa: Hola, Bienvenido, Que te vaya bien, Adiós), pero es en Rotorua donde hay más abundancia de experiencias turísticas para conocerles. A diferencia de Australia, en Nueva Zelanda la cultura europea y maorí se respetan mutuamente y han sabido recoger lo mejor de cada una. Hay europeos maoríes y maoríes europeízados.
Precisamente dentro de Rotorua se encuentra el poblado de Whakarewarewa (abreviación del nombre completo: Te Whakarewarewatanga O Te Ope Taua A Wahiao). Destinamos medio día a visitar el poblado de la mano de la guía autóctona, Waimaria, que siempre ha vivido en el poblado y se autodefine una « maorí moderna«. Los maoríes actuales ya no viven en cabañas sino en casas: «Como las de los europeos que colonizaron la isla«, nos decía ella. Tienen televisión, baño, cocina y van con sombrero y gafas de sol. Hablan maorí entre ellos pero dominan el inglés a la perfección. Y han sabido aprovechar el tirón del turismo para meterse ellos también en el carro y enseñar su cultura a los viajeros que llegan a Nueva Zelanda interesados en descubrirla.
Cuando quieren salen de casa y se bañan en las aguas termales del pueblo o cocinan las verduras en cuestión de segundos con su caldera de agua caliente. «Además queda riquísima por todos los minerales y sales que tiene el agua de Rotorua«. Sí, Whakarewarewa está tan cerca del magma que el agua del poblado es capaz de hervir para cocinar o aprovecharse para el baño. Cada tarde, a las 17.30h cuando los turistas se van del pueblo, los habitantes autóctonos que quieren van a los baños comunes y se socializan. «Habitualmente cocinamos en casa, en nuestra cocina, pero cuando queremos salimos a cocinarlo en el horno común como lo hacían nuestros antepasados», nos contaba Waimaria. Sin duda, parece que los maoríes han sabido congeniar la vida moderna con sus tradiciones y aprovechar lo mejor de cada una, sin renunciar a nada.
En Whakarewarewa también pudimos ver en directo el baile de la Haka. Impreisona. Mucho. Lengua fuera y ojos que salen de las órbitas. Y guerreros fuertes que dan gritos y fuertes golpes. No me extraña que el equipo de rugby lo utilice para intimidar a sus oponentes y meterse en el partido.