Para los que vivís fuera de Cataluña, ubicar la comarca de Las Garrigas quizás sea un pelín más complicado. Estamos en la provincia de Lleida, a 1,30h de Barcelona y a 2h de Zaragoza, en una zona tradicionalmente con poco turismo y una forma de vida agrícola. Les Garrigues es también una Denominación de Origen Protegida para el aceite de oliva, englobando varias comarcas limítrofes. Un lugar ideal para desconectar, hacer vida rural de verdad y pasear sin aglomeraciones.
Muestra Ruta de l’Oli – les Garrigues – Catalunya en un mapa más grande
Nuestro fin de semana de escapada «aceitera» tuvo como campamento base el Agroturismo Cal Pastor, donde Anton y Carme nos recibieron con los brazos abiertos y dispuestos a mostrarnos la mejor cara de su región. Anton es el Presidente de la Asociación de Fomento del Turismo de Les Garrigues y un perfecto anfitrión de la comarca. Por eso, cuando se ofreció para darnos un tour por los paisajes de la zona para conocer de cerca la elaboración del aceite, ¡aceptamos al instante!
Nuestro tour empezó en el campo, junto a los olivos, para familiarizarnos. Entramos en algunas cabañas de piedra bien conservadas, utilizadas por los agricultores para resguardarse del frío (y descubrimos que no estábamos solos: algunos murciélagos nos acompañaban!). Visitamos también el EcoMuseu de l’oli (ecomuseo del aceite, en la Pobla de Cérvoles) donde vimos cómo se prensa la materia prima y descubrimos la importancia de tomar siempre aceite de oliva VIRGEN — lo que garantiza que el 100% de ese jugo proviene de la oliva y no de procesos químicos. Nuestro paseo terminó de nuevo en la casa rural Cal Pastor donde aprendimos a reciclar el aceite para realizar jabón! Quedamos fascinados, sin duda es algo que vamos a probar en casa.
Tras una mañana de descubrimientos, nos fuimos a Prades a comer. Son 20 km de vueltas pero la carretera no es complicada y apenas hay coches, por lo que se va muy tranquilo. Esta zona es montañosa y escarpada, y por eso la mayoría de carreteras son de curvas. ¡Tranquilidad al volante y paciencia!
Prades nos encantó. Es un precioso pueblo, con calles bien cuidadas, casas de piedra y balcones llenos de flores. Y cuando digo llenos, es literalmente llenos – ¡juzgad vosotros mismos por las imágenes! En Prades comimos en El Racó d’en Manelic, un restaurante con comida tradicional. Allí nos comimos un arroz delicioso y lo hicimos bajar con un buen paseo por el casco antiguo.
Tras volver a La Pobla para descansar y darnos un baño en la piscina, esa noche salimos a cenar a otro pueblo cercano: Cervià. Un pueblo más pequeño pero con el que quedamos absolutamente enamorados. Como La Pobla de Cérvoles, Cervià es un pueblo totalmente local, muy auténtico y súper bien cuidado. Da gusto pasear por sus calles y descubrir el encanto en cada esquina. Allí teníamos mesa reservada en Els Fogons de la Carme, un restaurante de autor, exquisito, apetecible y realmente encantador para una cena íntima y tranquila. Los platos son a la vez tradicionales y modernos, ofreciendo productos de la tierra cocinados de una forma innovadora. Apuestas muy ricas y asequibles para el bolsillo! – Tienen un menú de 25,50€ y de un plato principal y postres para los que tenemos el estómago pequeño por la noche. Echad un vistazo a su instagram para empezar a salivar.
Al día siguiente, nos levantamos tarde con las energías renovadas y salimos en dirección el Poblado Íbero de Els Vilars (Arbeca). Allí teníamos visita guiada a las 12 en punto y tuvimos la suerte de tener a Dolors como guía – Nos habían hablado muy bien de ella y sin duda fue espectacular la pasión con la que comparte las explicaciones acerca del poblado. La visita a Els Vilars es francamente recomendable para entender mejor quiénes eran y cómo vivían nuestros antepasados. Cuesta sólo 5€ por persona.
Siguiendo nuestra ruta, comimos en el restaurante Cal Menut, en Belianes, a 10km de Arbeca. Cal Menut es un restaurante tradicional, con una carta breve pero de excelente calidad. Si os digo que allí probé el mejor entrecot de mi vida, ¡no os miento! Estaba absolutamente delicioso y cocinado con cariño. ¡Nos fascinaron sus postres! Sin duda, Les Garrigues nos estaba ganando no solo por su tranquilidad y ambiente rural sino también por su buen sabor. Empezábamos a entender lo que Anton de Cal Pastor quería decir con «degustar los paisajes del aceite de oliva«…
Tras la comida, aprovechamos la tarde para conocer dos poblaciones cercanas antes de retomar el camino de vuelta a Barcelona: paramos en Vallbona de les Monges para visitar su conocido monasterio, que forma parte de la Ruta del Císter – si os interesa, podéis visitar también en esa zona el Monasterio de Poblet y el de Santes Creus, los tres, monasterios de la orden cisterciense. La entrada a Vallbona de les Monges solo puede ser con la visita guiada: cada hora, y cuesta 10€ por persona.
Nuestra última parada fue en Guimerà. El recorrido de Vallbona a Guimerà fue precioso y el pueblo en sí bien valió la pena para un paseo con helado incluido. ¡Atención que las calles suben mucho! Pero desde arriba las vistas son estupendas.
Dónde dormir
El Agroturismo Cal Pastor es un buen campamento base para hacer «oleoturismo». Estaréis a pocos kilómetros de los principales lugares a conocer y disfrutaréis de la tranquilidad rural de la Pobla. Carme es una excelente cocinera, no os perdáis sus «orelletes», un dulce típico de la región. Las instalaciones de la casa están totalmente renovadas y su piscina climatizada apetece siempre. En verano, además, organizan Cenas Tertulia y Serenatas. Estas últimas son noches de poesía, abiertas para todo el pueblo, en las que difunden un poco más la cultura de su región e invitan a una cata de vino al finalizar (entrada libre).