2014, odisea de emociones

Los humanos tenemos crisis. Como la economía o como cualquier empresa.

Los 30 llegaron para marcar un punto de inflexión en mi vida. Ya se intuía en este post, aunque cuando lo escribí no tenía ni idea. Las cosas no iban del todo bien y algo me pasaba por dentro. Lo que empezó como una «crisis viajera» que me pedía que no hiciera tantos viajes y me quedara más en casa, desembocó en una auténtica marea de emociones y retos. Había entendido que era mejor improvisar e ir más despacio pero el gran boom estaba por llegar.

Lo frené todo: los viajes, el estrés, el blog, las redes sociales, la agenda, los múltiples proyectos. El ruido. ¡Maldito ruido que no me dejaba escuchar! Mi cuerpo me pedía a gritos que parara para escuchar dentro. Sin música, sin tráfico y soltando la emoción. En los últimos años he vivido en una nube (o en un avión) de un lado para otro sin pensar sentir muchas de las cosas que pasaban. Con la cabeza más fuera que dentro; más allí que aquí; montando historias futuras perfectas. Claro.

Han hecho falta muchas horas, muchas tardes y muchos sábados por la mañana, para volver a centrar las emociones, la cabeza y la energía. Pero por fin la energía vuelve a fluir como auténticos escalofríos. ¡¡Estoy viva!!

El 2014 ha sido un año de proceso, de transición. Y ahora me doy cuenta de que han habido muchos «2014» en mi vida. Quizás no sean grandes años que recordemos por las cosas que han pasado pero sí porque sin ellos no pasarían cosas. Para todo cambio es necesario un proceso de adaptación y eso ha sido mi 2014. Así que gracias 2014. Hemos tardado 12 meses en entendernos 🙂

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Hace justo un año estábamos en Tailandia y, mientras nos robaban la mochila en un Tuktuk, lanzábamos nuestros propósitos de año nuevo al vuelo. El otro día, mientras leía este último post del viaje, me saltaron unas lágrimas de emoción al darme cuenta de que esas líneas todavía hoy tienen significado. Estamos en el mismo punto. Este año hemos (he) dado vueltas alrededor de los propósitos, sin creérmelos demasiado.

En Nueva York perdimos el miedo a improvisar, en Australia pusimos cara y ojos a la felicidad, en Nueva Zelanda proyectamos nuestros sueños y en Tailandia los deseamos con fuerza. En Barcelona, todo iba tan rápido que no me paré a escuchar (ni recordar) esas buenas emociones. Parecía que me las había olvidado bajo un cocotero.

Tendría que cambiar el título de este blog. La que un día se pasaba el día sobrevolando el planeta, con las maletas siempre a punto, ahora toca de pies en el suelo y no cambiaría nada en el mundo por quedarse aquí otro fin de semana más, sin nada que hacer, haciendo planes sobre la marcha y disfrutando de una taza de té o unas bravas en «el bar de París» 😉

No sé qué nos espera para el 2015. Nadie lo sabe, creo. Hemos puesto rumbo a lo que nos apetece más y os avanzo que nos marchamos de Barcelona. Nos vamos a un lugar más tranquilo donde no haya tanto ruido; ni ambiental ni social. Pronto os desvelaré el lugar elegido. (se aceptan apuestas).

Pocas veces escribo cosas que no tengan relación con un viaje. Éste es otro de ésos posts de «viaje interior». Creo que tras un silencio tan largo tenía que daros una explicación.

– Felices Fiestas a todos y buen inicio de 2015 🙂

 

(Las fotos son del mejor fotógrafo de Madrid -con permiso de Gabi)