El Danubio no es el río más largo ni el más bonito quizás, pero sí el más internacional: en este crucero fluvial con Politours pasamos por 3 países distintos (Hungría, Eslovaquia y Austria) y nosotros añadimos una extensión a Praga como traca final. En cada ciudad, había programada una visita guiada con Politours (a veces a pie, a veces en autocar) por parte de un guía local, que nos contaba la historia y lo más importante de la ciudad. Luego, siempre había tiempo libre para visitar a tu gusto – con una hora tope para volver al crucero.
Ciudades imperiales, paisajes de viñedos austríacos, castillos y abadías de novela y una historia gloriosa que a menudo queda olvidada en los libros de historia. Europa Central nos cautivó. Sí, es cierto, esperábamos ver el Danubio algo más azul pero nos dejamos llevar a son de vals para quedar totalmente encantados con la cultura de la región. Que empiece la música, maestro!
Budapest, un csárdás
Sin duda, Budapest es un Csárdás: una danza muy folklórica, con estrofas rápidas y lentas intercaladas, en el que las piernas juegan un papel importante. Budapest es una ciudad vibrante, en la que hay que perderse por sus calles para aprovechar la ciudad al máximo, y con dos partes muy distintas: Buda, construida sobre una colina llena de historia; y Pest, totalmente llana, moderna y comercial. Y ambas se combinan la perfección. En Buda todo va despacio, como en el pasado, hay tiempo hasta para tomarse un te con vistas o para hacer un baño termal jugando al ajedrez. En Pest, el movimiento es constante: coches, bicicletas, un mercado enorme, gente en la calle… Budapest nos encantó, fue la gran revelación del viaje. Aunque las ganas por empezar el crucero y el calor que hacía cuando llegamos hicieron que no la aprovecháramos como se merecía. Volveremos algún día; eso sí, en invierno para bañarnos y jugar al ajedrez.
Recomendación en Budapest: bañarse en los baños termales de Géllert, de Széchenyi o de Rudas- hay distintas tarifas de entrada. Lo que más nos gustó: ver el Parlamento de noche desde el barco (excursión Politours para todos).
Bratislava, un cha-cha-chá
La capital de Eslovaquia es un cha-cha-cha. Fácil, fácil y, sí, quizás un poco aburridilla. Tienen euros y una historia complicada con varias invasiones de distintos imperios. Su centro histórico es tan pequeño que en apenas un par de horas está todo visto. ¡1 calle, 2 calles, 3 calles, cha-cha-chá!
Viena, un vals vienés
Viena obviamente es un gran vals vienés. Con sus cafés históricos, sus palacetes, sus edificios preciosos, sus plazas y sus parques. Una perfecta armonía urbana en la que la gente joven se mueve en bici, los románticos pasean cogidos de la mano y los artistas llenan las salas de teatro y música. La primera vez que fui a Viena, me pareció una ciudad demasiado museística, monumental, clásica. Era invierno, hacía frío y no teníamos más remedio que ir del museo a la cafetería y de allí a la ópera. Esta segunda vez, visitando Viena en agosto, en un día con sol, la ciudad me pareció espectacular y preciosa; llena de vida que la primera vez no había visto. Más allá de sus edificios, Viena está llena de historias en cada esquina.
Recomendaciones en Viena: en el Kleines Café comeréis bien, muy local y sin la muchedumbre de Stephanplatz (el café sale en la peli Antes del Amanecer). Si tenéis ocasión, no perdáis la oportunidad de asistir a un concierto en el Musikverein de Viena (el Palacio de la música donde se hacen varios conciertos, entre ellos el de Año Nuevo). Politours incluye una excursión opcional a un concierto con la Orquesta Mozart durante una de las noches en las que el crucero está en Viena. ¡Una «turistada» muy recomendable!
Valle Wachau, un tango
Austria es país con grandes montañas y enormes valles por los que pasa el Danubio. Navegando por el valle del Wachau descubrimos la Austria de los viñedos, de las abadías, de los castillos y de los pueblecitos tranquilos a bordo del río. Paisajes de cuento, a lado y lado del barco. A ritmo de tango, despacio pero firme siempre en línea recta y con maniobras de piernas complicadas al llegar a las esclusas. Maniobras técnicas precisas que nos llevaron hasta Dürnstein y Melk: ambas, pequeñas ciudades a bordo del Danubio llenas de turismo interior, familiar y ecológico. Muchos cicloturistas por esa zona también.
Recomendación en Dürnstein: En lo alto de la colina hay un castillo en ruinas desde el cual hay vistas impresionantes al valle Wachau. ¡Pero OJO! Hay dos caminos para subir; bien indicados, sí, pero «en alemán»: «schweriges Weg» significa camino difícil. Es decir, es más rápido pero sube más fuerte y el camino es más complicado (escaleras y algunas piedras); el «einfaches Weg» es el camino fácil, apto para todos, ya que es una rampa amplia y asfaltada. ¡Y también sube bastante! En este camino encontraréis bancos para sentaros y explicaciones sobre la leyenda de Dürnstein. Podéis subir y bajar por caminos distintos, todos llevan al mismo sitio.
Recomendación en Melk: si no deseáis hacer la visita guiada en la Abadía de Melk (que insipiró a Umberto Eco para El nombre de la rosa), podéis ir por vuestra cuenta y entrar solo en la iglesia (barroca barroquísima, pero de entrada libre si vais por detrás, solo entrando a la iglesia sin la visita completa de la Abadía). Se llega fácilmente andando (5 minutos desde el centro histórico; 20-25 min desde el puerto de cruceros).
Salzburgo, un do-re-mi
Los fans de Sonrisas y Lágrimas tenemos parada obligada en la región de Salzburg, al pie de los Alpes. La ciudad natal de la familia Von Trapp es turísticamente más conocida por su niño prodigio, Mozart, que por Fräulein Maria y el Capitán, pero para mí, Salzburg sonará siempre a Do Re Mi. Por Salzburg no pasa el río Danubio, pero el crucero Politours organiza una excursión opcional para visitar la ciudad y obtener así una perspectiva de Austria más montañosa, distinta a la que tienes en el Wachau y Viena. Me quedé con las ganas de hacer un tour guiado por las localizaciones de la película, ya que en Salzburgo propiamente solo están los Jardines Mirabell, donde se rodaron algunas escenas de do re mi precisamente, y un puente por el que llega María a la ciudad. El resto, están en las afueras y hay que ir en coche (precio: 40 €, todo el día).
Recomendaciones en Salzburgo: para tomar algo con vistas, subiros a la terraza del Hotel Stein justo delante del río. Desde allí, tendréis la «imagen de postal» típica de Salzburg, con sus tejados verdes y el castillo en la colina.
Praga, una conga
Aunque Praga debería ser una polca para nosotros fue más bien ¡una conga! Con tantísimos turistas, uno detrás del otro, siguiendo de un lado para el otro el mismo recorrido turístico-festivo. Es una ciudad preciosa, sí, PERO tanta gente solo hace que te sientas demasiado «turista» y muy cansado. A Praga fuimos por nuestra cuenta, tomando un tren en Linz (5 h hasta Praga con un cambio de tren) y alojándonos un par de noches en un hotel.
Recomendaciones en Praga: Dormir en un hotel céntrico (nosotros estuvimos de fábula en el K+K Central) os permitirá poder ir a todos lados andando. Levantarse pronto tiene recompensa: a primera hora (7h de la mañana) no hay nadie por la calle y conseguirás hacer fotos sin gente alrededor. Para cenar, os recomiendo la pizzería Casanova, justo debajo del Puente de Carlos, en el barrio de Saska (bajando por las escaleras de la izquierda). No os perdáis tampoco un brindis en los viñedos de St Wenceslas.